lunes, 2 de marzo de 2009

Gobiernos vitalicios: la nueva estrategia de la izquierda

Ortega está a la espera del resultado electoral en El Salvador, para seguir el camino fijado por Chávez. Indudablemente, lo mejor para un país sensato es evitar elegir presidentes mesiánicos que busquen formas para eternizarse en el poder.
Se acerca el día de la elección presidencial en medio del bombardeo propagandístico de cada campaña, donde el FMLN ha mostrado tener incluso más recursos económicos que ARENA, lo cual le ha permitido cubrir los medios de comunicación de modo amplio. Así es la democracia y se debe vivir intensamente, donde a estas alturas nadie tiene asegurado el triunfo. Ese es el gran secreto que tiene guardado el electorado para el 15 de marzo. En estas condiciones, es interesante ver algunos comentarios que se hacen en el extranjero respecto a esta campaña, así como los esfuerzos de algunos gobiernos izquierdistas por constituir gobiernos vitalicios en Latinoamérica, amparados en sistemas democráticos.
La columnista Mary A. O'Grady, del periódico The Wall Street Journal, escribió el 23 de febrero pasado: “En la toma de posesión del presidente Álvaro Colom de Guatemala, en enero de 2008, Hugo Chávez le envío un mensaje al presidente Antonio Saca... ‘Ahora te tengo rodeado’, le habría dicho al señor Saca”. Como lo dice la columnista, sea esta una historia o no, lo importante es que “los salvadoreños temen que el señor Chávez ha estado a la caza de este país, esperando sumarlo a su lista de satélites en Centroamérica y Sudamérica”. Es preocupante que a El Salvador se le esté observando como un trofeo político, a sumar en una carrera de dominio geopolítico. O'Grady agrega: “La sabiduría convencional dice que los petrodólares de Chávez han estimulado la propagación de gobiernos autoritarios en esta parte del mundo... Pero el presidente venezolano ha tenido el efecto opuesto, notablemente en México y Perú en 2006, donde la asociación del candidato con el señor Chávez se convirtió en el beso de la muerte. El chavismo podría tener el mismo efecto en El Salvador”.
Si bien en toda elección juegan un papel importante las relaciones internacionales, donde son especialmente determinantes nuestros vínculos con EUA, preocupa que El Salvador sea una pieza más del ajedrez político de Chávez, que busca una subordinación del país al poder de los petrodólares, para ser parte de una visión hegemónica de la petropolítica. Para quienes estén sinceramente a favor del sistema de libertades y la vigencia de la democracia, debe inquietar que tras el modelo de Socialismo del Siglo XXI se presente como una gran amenaza la voluntad irrenunciable de sus líderes de perpetuarse en el poder, sustentada en sentimientos mesiánicos que chocan incluso con la racionalidad.
Es de recalcar sobre el discurso que tienen antes de llegar al poder, donde demandan alternancia, señalan la necesidad de cambio de gobierno, de más democracia y plena libertad. Sin embargo, una vez en el gobierno, olvidan todo esto y la democracia termina asesinando a su hermana la libertad. En este mundo de contradicciones políticas, mucho se cita al Libertador Simón Bolívar cuando conviene, pero se callan aquellas aseveraciones que contradicen a lo que hacen algunos gobernantes amparados en su imagen. Por ejemplo, recordemos parte de su discurso del 15 de febrero de 1819, en Angostura: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder: el pueblo se acostumbra a obedecerlo y él se acostumbra a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”. Esa es alternancia.
Ante lo que sucede en Latinoamérica, el laureado periodista Andrés Oppenheimer señala: “Tras la victoria del presidente venezolano, Hugo Chávez, en el referéndum constitucional que habilitó la reelección ilimitada, es muy probable que veamos un ‘efecto de contagio’ en la región: varios presidentes intensificarán sus esfuerzos para seguir sus pasos y convertirse en mandatarios vitalicios”. Este es un fenómeno que está caracterizando a la izquierda latinoamericana, algo totalmente contrario a un sistema de libertades. Oppenheimer agrega: “El modelo narcisista-leninista de Chávez gana terreno. Por descabellado que parezca, en momentos de una crisis económica que está haciendo aumentar la pobreza, los presidentes de Bolivia y Ecuador han convertido sus ansias de reelección en uno de los ejes de la agenda política de sus países. Ambos han realizado referéndums para aprobar enmiendas constitucionales que les permitan presentarse a nuevos mandatos consecutivos. Si ganan las elecciones previstas en ambos países para 2009, es de esperar que sigan el ejemplo de Chávez y procuren cambiar sus respectivas constituciones una vez más para poder presentar sus candidaturas ilimitadamente”.
En Nicaragua, el presidente Daniel Ortega está a la espera del resultado electoral en El Salvador, para seguir el camino fijado por Chávez. Indudablemente, lo mejor para un país sensato es evitar elegir presidentes mesiánicos que busquen formas para eternizarse en el poder.