Pasan cosas raras que indican que, por lo menos, una parte de la dirigencia del FMLN ha llegado a la conclusión (o, por lo menos, está coqueteando con la idea) de que no les conviene que el señor Mauricio Funes gane la Presidencia.
El hecho de que el poderoso aparato partidario de la capital no esté jugando un rol activo en la recta final de la campaña presidencial ya no puede explicarse simplemente por el trauma que causó la derrota de la alcaldesa Violeta Menjívar. Además, toda la dirigencia del FMLN está aportando muy poco a una campaña presidencial que cada día gira más alrededor del candidato Funes y menos alrededor de la identidad política del partido.
El hecho de que toda la gigantesca campaña publicitaria esté en manos de los asesores brasileños y de los ‘amigos’ está empezando a crear resentimientos fuertes en el partido. El otro punto de que el candidato y sus amigotes manejen la chequera de la campaña, sin ni siquiera rendir cuentas al partido, no aporta en nada a limar los resentimientos.
Y encima de eso, el candidato está ofreciendo cargos no sólo a personajes como Héctor Dada y Héctor Silva (a quienes los dirigentes del Frente consideran competidores peligrosos porque pueden contagiar a su militancia con ideas socialdemócratas), sino incluso a personajes como Carolina Recinos y Roberto Hernández, quienes no han salido del Frente por diferencias ideológicas sino por pleitos sobre negocios oscuros...
En esta situación, los dirigentes del Frente hacen un cálculo: ¿Realmente nos conviene tragarnos todos estos sapos y seguir trabajando y sacrificando nuestra identidad ideológica para una presidencia de Funes?
La pura lógica lleva a conclusiones que por lo menos están siendo tomadas en cuenta en la reorientación estratégica del Frente. Una es: Si Funes gana, el Frente va a tener que cargar con la responsabilidad de proteger a los salvadoreños de los impactos de la crisis económica mundial; en cambio, si ARENA sigue gobernando, el FMLN puede capitalizar el aumento de la pobreza y las protestas sociales.
Además, el Frente tiene que hacer el siguiente cálculo: Ya el pacto con Funes nos llevó a aumentar nuestro voto para diputados y alcaldes. Para las próximas elecciones legislativas y municipales, ¿qué nos favorece más en tiempos de crisis y tormenta social –ser gobierno o ser oposición–?
Es cierto: Si ARENA sigue gobernando, el FMLN, como oposición, puede lograr en tres años el control de la Asamblea que tanto aspira. Y arrasar aún con más alcaldías. O sea, consolidar el control territorial y los mecanismos de ‘poder popular’ vía alcaldías y movimientos sociales en permanente acción reivindicativa.
De esta manera, en tres años, el Frente puede ser tan fuerte que para la próxima elección presidencial ya no necesitará a un prestanombre como Mauricio Funes. Ya no necesitará esconderse detrás de un candidato pintado de ‘moderado’. Ya no necesitará aliarse con los empresarios amigotes de Funes ni con las “principistas” del CD...
Una estrategia parecida está diseñada en el caso de que Funes gane. Para lograr lo mismo –consolidar su control territorial y construir mecanismos de ‘poder popular’ para poder ir a las siguientes elecciones sin fachadas y disfraces– el Frente tendría que asumir el control de todos los brazos del gobierno que facilitan la construcción de poder territorial y paraestatal: Salud, Educación, Red Solidaria, Gobernación, Inteligencia, Seguridad. En este caso, podrían dejar a Funes y sus amigotes que manejen la política económica y fiscal, que busquen estabilidad macro concertando con la empresa privada y Estados Unidos, pero que no se metan con el área social y territorial bajo control del Frente. Este era el Plan A, por lo menos, hasta el 18 de enero 2009.
Pero resulta que esta estrategia es mucho más compleja e implica mucho más riesgos para el Frente que la otra que apuesta por mantenerse en oposición. Primero, Funes tendría que tener la capacidad de manejar bien la crisis económica, cosa que el Frente sabe que es muy poco probable. Segundo, tendrían que asegurar que alguien como Héctor Silva no se meta en el área de Salud. Pero Funes ya lo instaló para coordinar su reforma de Salud...
En última instancia, el Frente se inclinará más por preservar su papel de oposición. Se siente más seguro en este terreno. Sobre todo en tiempo de crisis. Les sale más fácil asumir que ARENA va a fracasar (y que ellos puedan crecer desde la oposición) que tener confianza de que Funes logre lidiar con la crisis.
No hay indicios de que la dirigencia del FMLN esté decidida a sabotear las aspiraciones presidenciales de Funes. Pero seguramente ya no ponen todo en canasta ajena. De repente, el Plan B les resulta hasta más atractivo que el Plan A de ganar la presidencia.
Conclusión: Esperar hasta dónde llegará Funes en marzo, sin mucha ansiedad, y sin amarrarse al Plan A de derrotar a ARENA. De todos modos, quien perdería en marzo es Funes. El partido siempre gana, con tal que siga creciendo...
El hecho de que el poderoso aparato partidario de la capital no esté jugando un rol activo en la recta final de la campaña presidencial ya no puede explicarse simplemente por el trauma que causó la derrota de la alcaldesa Violeta Menjívar. Además, toda la dirigencia del FMLN está aportando muy poco a una campaña presidencial que cada día gira más alrededor del candidato Funes y menos alrededor de la identidad política del partido.
El hecho de que toda la gigantesca campaña publicitaria esté en manos de los asesores brasileños y de los ‘amigos’ está empezando a crear resentimientos fuertes en el partido. El otro punto de que el candidato y sus amigotes manejen la chequera de la campaña, sin ni siquiera rendir cuentas al partido, no aporta en nada a limar los resentimientos.
Y encima de eso, el candidato está ofreciendo cargos no sólo a personajes como Héctor Dada y Héctor Silva (a quienes los dirigentes del Frente consideran competidores peligrosos porque pueden contagiar a su militancia con ideas socialdemócratas), sino incluso a personajes como Carolina Recinos y Roberto Hernández, quienes no han salido del Frente por diferencias ideológicas sino por pleitos sobre negocios oscuros...
En esta situación, los dirigentes del Frente hacen un cálculo: ¿Realmente nos conviene tragarnos todos estos sapos y seguir trabajando y sacrificando nuestra identidad ideológica para una presidencia de Funes?
La pura lógica lleva a conclusiones que por lo menos están siendo tomadas en cuenta en la reorientación estratégica del Frente. Una es: Si Funes gana, el Frente va a tener que cargar con la responsabilidad de proteger a los salvadoreños de los impactos de la crisis económica mundial; en cambio, si ARENA sigue gobernando, el FMLN puede capitalizar el aumento de la pobreza y las protestas sociales.
Además, el Frente tiene que hacer el siguiente cálculo: Ya el pacto con Funes nos llevó a aumentar nuestro voto para diputados y alcaldes. Para las próximas elecciones legislativas y municipales, ¿qué nos favorece más en tiempos de crisis y tormenta social –ser gobierno o ser oposición–?
Es cierto: Si ARENA sigue gobernando, el FMLN, como oposición, puede lograr en tres años el control de la Asamblea que tanto aspira. Y arrasar aún con más alcaldías. O sea, consolidar el control territorial y los mecanismos de ‘poder popular’ vía alcaldías y movimientos sociales en permanente acción reivindicativa.
De esta manera, en tres años, el Frente puede ser tan fuerte que para la próxima elección presidencial ya no necesitará a un prestanombre como Mauricio Funes. Ya no necesitará esconderse detrás de un candidato pintado de ‘moderado’. Ya no necesitará aliarse con los empresarios amigotes de Funes ni con las “principistas” del CD...
Una estrategia parecida está diseñada en el caso de que Funes gane. Para lograr lo mismo –consolidar su control territorial y construir mecanismos de ‘poder popular’ para poder ir a las siguientes elecciones sin fachadas y disfraces– el Frente tendría que asumir el control de todos los brazos del gobierno que facilitan la construcción de poder territorial y paraestatal: Salud, Educación, Red Solidaria, Gobernación, Inteligencia, Seguridad. En este caso, podrían dejar a Funes y sus amigotes que manejen la política económica y fiscal, que busquen estabilidad macro concertando con la empresa privada y Estados Unidos, pero que no se metan con el área social y territorial bajo control del Frente. Este era el Plan A, por lo menos, hasta el 18 de enero 2009.
Pero resulta que esta estrategia es mucho más compleja e implica mucho más riesgos para el Frente que la otra que apuesta por mantenerse en oposición. Primero, Funes tendría que tener la capacidad de manejar bien la crisis económica, cosa que el Frente sabe que es muy poco probable. Segundo, tendrían que asegurar que alguien como Héctor Silva no se meta en el área de Salud. Pero Funes ya lo instaló para coordinar su reforma de Salud...
En última instancia, el Frente se inclinará más por preservar su papel de oposición. Se siente más seguro en este terreno. Sobre todo en tiempo de crisis. Les sale más fácil asumir que ARENA va a fracasar (y que ellos puedan crecer desde la oposición) que tener confianza de que Funes logre lidiar con la crisis.
No hay indicios de que la dirigencia del FMLN esté decidida a sabotear las aspiraciones presidenciales de Funes. Pero seguramente ya no ponen todo en canasta ajena. De repente, el Plan B les resulta hasta más atractivo que el Plan A de ganar la presidencia.
Conclusión: Esperar hasta dónde llegará Funes en marzo, sin mucha ansiedad, y sin amarrarse al Plan A de derrotar a ARENA. De todos modos, quien perdería en marzo es Funes. El partido siempre gana, con tal que siga creciendo...