miércoles, 4 de marzo de 2009

El empleo de todos sufriría con una victoria roja

Como los alpinistas, para salir de una dificultad, hay que estar unidos, apoyándonos unos a otros pues de la suerte que tu corras dependerá la mía
La grave pérdida de empleos que causaría un triunfo electoral de los comunistas deben advertir los dueños y responsables de empresas a su personal. La incertidumbre que se generaría, la caída de las inversiones, la aguda baja en ventas y los cierres y quiebras de negocios, se traducirían de inmediato en reducción de puestos de trabajo. Un alto porcentaje de familias no tendría forma de sostenerse.
Desde principios del año estamos sufriendo las consecuencias de la campaña política. Los períodos electorales siempre están marcados por un descenso en la actividad económica, pero cuando la alternativa electoral es un partido violento sin capacidad ni experiencia para gobernar, que amenaza con expropiar los bienes de la gente y pisotear las libertades individuales, los efectos negativos son inmediatos y muy dolorosos. Cuando los duartistas asumieron el poder, a principios de los Ochenta, en cosa de meses la mitad de la población quedó sin trabajo, lo que dio lugar al éxodo masivo de salvadoreños hacia Estados Unidos y otros países.
No hay negocio que se libre de una baja de la economía, por la simple razón de que todos están entrelazados. Si una construcción se suspende, sufren los vendedores de materiales, los que instalan equipos, los transportistas, los almacenes y tiendas que venden artículos diversos y alimentos al personal de esos negocios, los publicistas, los banqueros que manejan créditos y depósitos, las vivanderas que atienden a los obreros de la construcción… las olas negativas se van esparciendo por todo el territorio y también afectan a los países vecinos.
La baja, a su vez, disminuye los ingresos de las empresas y sus ganancias, afectando su capacidad para invertir en unos casos y pagar obligaciones crediticias en otros. Los grupos empresariales que basan su crecimiento en apalancamientos financieros pueden verse empujados peligrosamente al borde de la insolvencia.
Los violentos no son solución de nada
Todo esto, por lógica, afecta los niveles de empleo. El personal de nuevo ingreso en una empresa, los que desempeñan funciones no esenciales, los menos capacitados, suelen ser los primeros en irse. Pero al quedar sin empleo dejan de comprar en la tienda de la esquina, de pagar préstamos, de ir a comer a restaurantes o comprar en la pupusería de la esquina.
Nadie se escapa del miedo que provoca entre los que dan trabajo, las candidaturas de un charlatán abandonador de hijos, y del corderito inocente, "maestro y padre de familia", que es su compañerito de fórmula.
Las bendiciones vienen en abundancia, en cascada, pero asimismo cuando un país comienza a desplomarse arrastra a casi todo. Lo vimos en los años de la demencia; Dios quiera que esa gran desgracia, la de tener en el poder a mesiánicos llenos de odio, no vuelva a golpearnos.
Las empresas deben insistir con su personal, en que votar contra los rojos es clave para conservar sus empleos. Las empresas deben, igualmente, hacer todo lo que esté a su alcance para operar con eficiencia, reducir gastos innecesarios, ser innovadores, conquistar mercados y formar equipo con sus empleados para superar los momentos tan difíciles por los que pasamos.
Como los alpinistas, para salir de una dificultad, hay que estar unidos, apoyándonos unos a otros pues de la suerte que tu corras dependerá la mía. Pero es claro que violentos con pasado tenebroso y aliados con el terrorismo, no son la solución de nada.